“Y las
gotas caían heladas como el matiz del cielo. Y el viento sonaba triste
como el sabor de una lágrima. El aire húmedo, esencia fría de
invierno.”
Los cinco sentidos, uno a uno, para sumergirse en Los días grises, una distopía que oscila entre la novela gótica, trazos de
ciencia-ficción como sustento y la metafísica o el marco lóbrego de un
romanticismo clásico. Teniendo las tramas políticas y la acción bélica
como lienzo, denso tejido, se van dibujando nostalgias, las visiones preclaras
a través de ventanas ojivales, los páramos que incitan a la reflexión. La
historia transgresora parte de un personaje principal cargado con virtudes y
pesares, simbolismos, heredero al frente de un régimen ominoso pero contagiado
de humanidad incipiente y obsesiva. Humanidad insana, que remuerde. Derroteros
de la consciencia inquieta.
Se contextualiza en un futuro
enmarañado y decadente, tanto que ya es vacío, posterior a la debacle que
inició un agente patógeno transmitido por la moneda de curso y derivó en el
hundimiento de la sociedad de bienestar.
Con toda mi franqueza, Los
días grises llega tan lejos como fui capaz de llevarla y, siempre tabulada
entre los márgenes de mi habilidad, no hice concesiones a la sencillez en su
escritura. Por eso es cruda. No es narrativa fácil, deben tenerlo en cuenta.
Acertada o no, su forma es la que creí conveniente para su fondo.
En este blog iré dejando gran parte de la imaginería gestada
como complemento al libro. Habrá dibujos originales (carboncillo y óleos), una
banda sonora creada por un colaborador (pistas cortas y pistas largas de
acompañamiento para la lectura), vídeos promocionales y posiblemente
desentrañemos en concurso alguno de los secretos guardados entrelíneas a modo
de easter eggs.
Por otro lado sería todo un placer recibir vía mail o aquí
mismo cualquier crítica o sugerencia.
Un cordial saludo,
Sergio Alonso.
*Gracias al equipo de Amarante, por su apoyo y su buen
hacer, por sus consejos y por atreverse con esta aventura.
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